domingo, 10 de diciembre de 2017

Microdistopía

Un mar de tranquilidad 

Cuando he llegado a casa, mi madre me ha dicho que una chica me ha llamado por teléfono, pero que no sabe si ha sido Sonsoles o Teresa… ¡como si en Ávila eso fuera una buena pista! 

He tratado de no enfadarme, pero he pensado en lo fácil que hubiera sido todo con unos de esos teléfonos portátiles que usaban los abuelos hasta que llegó la crisis de las materias primas, y en África estalló aquella guerra, y ya no se fabricaron más aparatos electrónicos, y se volvieron a usar los viejos teléfonos de baquelita. 

Cuando era pequeño siempre subía al desván y jugaba con alguno de aquellos aparatos inservibles con los que los abuelos hablaban sin necesidad de cables, veían películas sin tener que ir al cine o ligaban sin salir de casa. Seguro que eso facilitaba las cosas porque, lo que es ahora, se liga poco, y si además te cogen mal los recados y no sabes si la que te ha llamado es Teresa o Sonsoles… 

Creo que llamaré a las dos haciéndome el despistado, aunque no sé a quién llamar antes, las llamadas telefónicas son muy caras y mi madre no me deja hacer más de una al día. Por lo visto, antiguamente llevaban el teléfono en el bolsillo, aunque no sé si yo me acostumbraría a llevar la vida de los abuelos, siempre pendientes de sus aparatitos portátiles, diciéndole a todo el mundo dónde estaban, fotografiándolo todo, contándolo todo, sin anonimato, sin libertad. Ahora, por ejemplo, tendría que llevarme uno de esos aparatos conmigo y mi madre sabría exactamente dónde voy, y Teresa o Sonsoles ya estarían mosqueadas esperando que les mandara una foto. ¡Con lo que a mí me gusta desaparecer! coger mi bici y mi toalla, salir de Ávila y en diez minutos estar tumbado en la playa, dejando que el agua de este mar cálido salpique mis pies mientras pienso si debo llamar primero a Sonsoles o a Teresa.

La noticia en diariodeavila.es


viernes, 24 de noviembre de 2017

Golpes de suerte

Las siete y media

Cuando embarqué solo llevaba un par de billetes escondidos en los calcetines y una maleta con ropa amarillenta y, muy al fondo, una navaja de afeitar.
Pasé los tres primeros días mareado, vomitándole al Atlántico desde cubierta, al cuarto descubrí una timba en uno de los camarotes de primera en la que te podías jugar el futuro.
Y me lo jugué.
La noche que aposté mis ahorros a las siete y media, el pobre diablo al que desplumé me tuvo que dar lo que llevaba en su maleta.
En aquellos tiempos no teníamos piedad, se lo quité todo y fui a hacer el recuento de aquel tesoro sobre mi litera. Dentro de la maleta solo había unas mudas limpias, un cuchillo de monte, dos guantes de boxeo y tres libros de Galdós. Hice con todo aquello un rebujo y lo tiré con rabia a una esquina del camarote.
Por aquella época solo podías entrar en los Estados Unidos si demostrabas que sabías un oficio, a mis diecinueve años yo no había tenido tiempo más que para perseguir chicas y beber vino, así que cuando en la aduana me preguntaron qué sabía hacer, abrí la maleta de las siete y media y saque los guantes de boxeo.
Al funcionario casi se le salen los ojos de las órbitas, me preguntó quién era, cuál era mi categoría, qué combates había ganado, en qué ciudades había competido.
A penas entendía lo que me decía y solo asentía con cara de bobalicón. Cuando acabé de sonreír el guardia me dio la dirección de alguien que podría ayudarme. Tardé mucho tiempo en desplegar ese papelito, en leerlo y decidirme a ir a ese gimnasio.
La noche que gané el título de los ligeros en Las Vegas, ese hombre estaba allí, se me acercó al final de la velada, trató de que lo reconociera, pero yo hice como si no lo hubiera visto en mi vida.
Por aquella época no teníamos piedad, ni gratitud, ni valorábamos la buena fortuna, en aquellos días previos al crack del año 29 yo me creía invencible, indomable e inmortal.
Pero todo acabó de la misma manera que empezó, una apuesta, todo mi dinero colocado en unas acciones que una mañana de octubre solo eran papel mojado.

El día que salí del país, el funcionario de la aduana hizo como que no me conocía.


domingo, 5 de noviembre de 2017

La nueva vida (Fragmento)


Obertura en llamas (A. Palacios)
Me quedé en la cama retorciéndome sobre la almohada, llamé al despacho con la voz áspera, busqué hielo por casa, salí a la terraza a que me diera el aire. Aquello no se pasaba. Al tercer día acudí a mi médico, me vio, preguntó, sonrió como solo sonríe la gente a la que no le duele la cabeza y me recetó más medicinas, no me curó, fui a otro médico, este no se rio, pero tampoco me curó. El tercero me dio la baja y ordenó que me hicieran un escáner. En el escáner no vieron nada anormal, pero por entonces yo ya había empezado a no dormir y a sufrir alucinaciones. 
Mención especial en el VII Concurso de Relatos Breves Doctor Zarco (Madrid) 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Un café con la niña

La niña de la curva (y otras historias) en Manolita Café




Son la parte Iglesias de las Divinas Conmedias y son un elemento clave dentro del teatro salmantino. Presentan este sábado, a las 22.30 horas, en el Café Manolita – y, como es habitual en este espacio, con entrada libre –, una selección de algunos de sus mejores montajes de los últimos tiempos. Un espectáculo que han dado en llamar ‘La Niña de la Curva y Otras Historias’. 



Y es que uno de los platos fuertes y principales lo constituye precisamente la historia de “La Niña de la Curva”, con textos de Alberto Palacios, cuenta con ironía y en primera persona los malos tiempos que le toca vivir a esta figura icónica del terror y del imaginario de las leyendas urbanas, en una sociedad deshumanizada, descreída y entregada a las nuevas tecnologías y a valores superficiales y evanescentes. 

Noticia completa en Salamanca RTV Al día
Noticia en Salamanca.com
El sábado 3 de febrero en Manolita Café 

El último combate de Santiago Sánchez (Fragmento)

La última vez que estuvo en Toledo, Santiago Sánchez tuvo que buscar un dentista, lo recuerda como si fuera ayer, y sonríe. Santiago sabe que cuando le vienen a la cabeza combates de hace más de cuatro o cinco años es que el whisky está haciendo efecto, si además los perdió y los recuerda con nostalgia es que ya está en ese punto óptimo de la bebida en el que la vida comienza a ser amable.
Aquel de Toledo fue su último combate en el peso ligero, poco después subió dos categorías y empezó a combatir en el Wélter. Fue su mejor época, unos años en los que ganó mucho dinero y su vida parecía que iba hacia adelante.
Luego todo se fue torciendo.




Primer puesto en el II Premio Pérez-Taybilí (Medina Cultura de Toledo)

Noticia en El Día. Periódico de Castilla-La Mancha

Noticia en AhoraCLM.com

Noticia en lacerca.com

martes, 22 de agosto de 2017

Caballeros

Todos los años, cuando concluye la época de lluvias y comienza el verano, mi amigo Samuel y yo bajamos hasta el cementerio, buscamos una tumba lo suficientemente apartada, cavamos, desenterramos y nos hacemos con un cadáver. 
Samuel siempre se fija en la inscripción de la lápida y fantasea con la vida de ese hombre. Y digo bien, hombre, porque los dos somos muy respetuosos y, desde que empezamos con este vicio, juramos que nunca profanaríamos la tumba de una mujer.
Hasta esta vez.
Hasta este año, en que nos dio por romper todas las reglas.
En cuanto sentimos en nuestra piel y en nuestro ánimo los primeros calores del verano, Samuel y yo bajamos al cementerio. Estuvimos cavando toda la noche en una tumba mohosa, un sepulcro de los años veinte en el que la inscripción estaba casi borrada por el tiempo.
Tardamos más de lo normal en llegar hasta la caja. Antes de alcanzarla, Samuel encontró una cadenita de oro, fue entonces cuando empezó a llover y, muy dentro de mí, supe que algo malo iba a pasar. Después de la cadena yo mismo encontré unos pendientes, los dos callamos, estábamos a punto de romper una regla que no sabíamos a dónde nos llevaría.


El ataúd estaba podrido por la humedad y la tapa se nos deshizo entre los dedos, Samuel alumbró el interior con la linterna, allí estaba, recostado en su lecho, el cuerpo momificado de una mujer envuelto en un vestido de color rojo.
No quise seguir, se lo juro, pero no sé qué nos pasó, no sé por qué nos miramos y, sin pronunciar una sola palabra, la sacamos de allí.
Ahora Samuel y yo ya no somos amigos.
Él tiene a Lucrecia los lunes, miércoles y viernes, el resto de la semana está conmigo y los domingos partimos el día en dos mitades. Pero ya ni siquiera nos hablamos, sospechamos el uno del otro y los celos han acabado con nuestra amistad.
Sabemos que esto nunca hubiera ocurrido si hubiéramos cumplido nuestro juramento de desenterrar solo cadáveres masculinos. Si el verano no nos hubiera cegado el entendimiento y regalado este amor profundo.
Sin duda, cuando aparecen las mujeres se termina la amistad.

Finalista en el concurso Amores de verano de www.zendalibros.com

lunes, 21 de agosto de 2017

La otra cara de las cosas (fragmento)

Pero lo cierto es que aquel hombre desgarbado se lanzó a por ellos un mediodía de verano en el que el calor hacía confundir la realidad con la apariencia, una jornada en la que las cigarras cantaban, y el viento estaba quieto y no había, por tanto, trabajo que hacer.


viernes, 14 de julio de 2017

'El (sucio) escenario del crimen' en La Malhabada durante el mes de julio

En la Sesión Golfa (viernes y sábados de 00,00 a 1,20) podemos volver a ver a Maite Iglesias interpretar a esta profesional de la limpieza experta en vísceras, abogados, herencias y crímenes sin solución aparente.

Programación de La Malhablada

Boceto para el cartel de Pelayo Martínez Beiro



El polvo del tiempo (fragmento)

Nadie parece acordarse ya de la República, si acaso alguno que vivió en Cartagena durante el cantón y tuvo que salir huyendo, o algún otro que participó en La Gloriosa y que cuando bebe más vino de la cuenta sacude sus recuerdos delante del último vaso en la barra de mármol de la Taberna del Águila. Pero todos los demás parecen conformes, inertes como cabestros ante la regencia de esta reina de la impostura que es María Cristina de Habsburgo.
Yo no.




Sé que un hombre solo poco puede hacer, pero no sería un hombre si me conformara, si aceptara el final del sueño republicano cruzándome de brazos. Yo no soy de los que se rinden, aunque tenga la punta de la espada de mi enemigo rozándome la garganta, y por eso estoy de nuevo en Madrid, dispuesto a encontrar mi oportunidad de cambiar la historia.


Finalista en el XI Premio Don Manuel de Narrativa Corta de Moralzarzal (Madrid)
Noticia en Aquienlasierra.es

viernes, 30 de junio de 2017

Quisimos tanto a Yolanda (Fragmento)

Quisimos tanto a Yolanda ha quedado finalista en el XVII Concurso Cuentos sobre ruedas de Alsa


El profesor Sanz, que nos daba matemáticas y tenía voz de ogro, me dijo que hablara más alto, que me levantara, que fuera un hombre. Yo me levanté, el silencio dentro del autocar era tan grande que podía escucharse mi respiración. Todos me observaban. Yo vi a uno de aquellos indeseables, a uno de los amigos de Yolanda, mirarme como se mira a un perro de la calle.
― Digo que yo dejé de ver a Yolanda cuando pasamos el túnel.
Sanz volvió a rugir.
― ¿Túnel? ¿Qué túnel? ¿El túnel de Guadarrama? ¿Pero tú eres idiota o qué?
Las risas estallaron, el amigo de Yolanda cambió la ira por la chanza, me llovieron insultos, comentarios sobre el tamaño de mi cabeza y el de mis gafas, alguien me dio un puñetazo en el brazo y alguno me abrazó como el que abraza a un borracho.
Los profesores bajaron del autobús, ninguno estaba seguro de que Yolanda hubiera entrado en el vehículo, nadie había pasado lista cuando llegamos y ella fue la primera en subir, pero solo yo la había visto, yo y aquella panda de golfos.

Excursión (A.Palacios)

martes, 27 de junio de 2017

El paraguas rojo (Fragmento)

El fin de semana pasó sin pena ni gloria, seguramente salimos a comer o al cine. No hablamos del paraguas en ningún momento, pero seguía en su esquina como si esperara algo o como si siempre hubiera estado allí.



El lunes amaneció lloviendo y pensé en llevarme el paraguas, podía ser una buena manera de sacarlo de casa y quizás dejarlo olvidado en algún taxi o en una cafetería, pero cuando fui a cogerlo sentí muy dentro de mí que no debía hacerlo, así que, después de mirarlo un instante, lo dejé donde estaba y cogí el mío.

miércoles, 24 de mayo de 2017

La polaridad


Había una calle en mi barrio en la que las bicicletas perdían el equilibrio.

Los mejores ciclistas, los más hábiles funambulistas y especialistas de acción, todos caían de sus monturas como un caballero derrotado en un torneo medieval.


Pasaron los años, turistas de todo el mundo, científicos y curiosos seguían visitando esa calle. En alguna ocasión algún ciclista estuvo a punto de lograr cruzarla, aunque todos acababan perdiendo el equilibrio y besando felizmente el asfalto.


Hasta que ocurrió algo, un giro de la luna o quizás un cambio de polaridad, el caso es que aquella calle recuperó el equilibrio y, desde ese momento, ningún ciclista volvió a pasar por ella.



miércoles, 12 de abril de 2017

El detective (Fragmento)

Llegó mi turno y pedí It was a very good year, que sin duda es la mejor canción de Frank, le di el último trago a mi whisky, agarré el micrófono con suavidad y subí al escenario.

Cuando canto nunca me tiemblan las manos, según Jaime tiene que ver con las conexiones cerebrales, yo solo creo que la felicidad lo cura todo y desde luego soy feliz cantando las canciones de Frank. Muchas mañanas me levanto de la cama convencido de que me curará Sinatra.


Nadie entendió una sola palabra de esa maravillosa canción en la que Frankie hace un repaso por la vida, por la dicha de tener diecisiete, veintiuno, treinta y cinco años. Terminé de cantar y nadie aplaudió, alguien se rio en italiano y una camarera se acercó con la sonrisa pintada en la cara y la intención de que le diera otra propina. Yo estaba tan contento que rebusqué en la cartera y le di mi último billete de veinte.



Finalista en el 14º Concurso Asociación Párkinson Astorga 2017

lunes, 10 de abril de 2017

Semáforo en rojo. Microteatro urbano

Un semáforo en la Gran Vía madrileña, un muñeco verde (tirando a lila), uno rojo (poco rojo), y una estrella invitada para un final políticamente incorrecto.
Ya nunca volverás a mirar un semáforo con los mismos ojos.


Rojo: Oye novato, ¿Tú en cuantos semáforos has trabajado antes de hoy?
Verde: Pues… (hace como que cuenta mentalmente) pues en éste… creo.
Rojo: ¿Qué? ¿Te mandan a un semáforo de la Gran Vía, con más de cinco mil transeúntes a la hora y no has trabajado antes?
Verde: Bueno, estuve en una señal de prohibido el paso para bicicletas, a la entrada de la autovía, pero aquello no era vida… (en voz baja), en verano acababa todo escocido por aquí, y por aquí (se señala la entrepierna).


Primer Premio en el II Concurso de Microteatro Electra-La Malhablada

Representada durante el mes de diciembre de 2016 en La Malhablada de Salamanca. El muñequito rojo fue Lucio Adansa y el verde Pablo Salinero, La dirección fue de Maribel Iglesias y el cartel lo hizo Pelayo Martínez Beiro.

El (sucio) escenario del crimen. Microteatro policiaco

No nos engañemos, el escenario de un crimen siempre es un lugar sucio y alguien tiene que dejarlo todo como los chorros del oro… Pero cuidado porque una limpiadora tiene más recursos que el mismísimo CSI y sabe más de ti de lo que imaginas.


Aquí en el suelo, mientras me lo pisaban ustedes sin ningún miramiento, habrán visto ‘la silueta’, esto no es que yo esté trastornada y me haya puesto a hacer dibujitos con la tiza, ni que alguien se haya echado la siesta en el suelo, no, esto es (gritando) ¡La silueta de un cadáver! ¡La forma en que quedó el cuerpo del pobre desgraciado al que se han cargado entre estas cuatro paredes! Lo han dibujado los de la científica… tienen un tío especialista en dibujar siluetas, ¡ya ves tú! Con este monigote dicen que pueden saberlo todo: desde dónde le acuchillaron, si el asesino era diestro o zurdo, la altura, el sexo (haciendo una pausa y poniendo cara de incredulidad)… y hasta lo que había cenado la noche anterior ¡tonterías! Con esto no se sabe nada más que el fiambre estaba gordo ¿no han visto que pedazo de silueta gastaba el tío? Y desde luego carnes tenía para dar y regalar, ¡se lo digo yo que me ha tocado despegar trocitos hasta del techo!




Estrenada en La Malhablada de Salamanca en febrero de 2017, interpretada por Maite Iglesias, el cartel lo hizo Pelayo Martínez Beiro.

domingo, 9 de abril de 2017

Siente un cuñado a su mesa. Microteatro familiar


Las celebraciones familiares no son lo mismo sin un cuñado que les dé chispilla. Si eres uno de esos infelices que no tienen uno a mano, hay agencias que te lo proporcionan. Pero cuidado porque los cuñados, como la armas, los carga el diablo.


Rosa: Podíamos pedir un cuñado. 

(Todos callan y se miran divertidos).

Adela: La verdad es que siempre quise tener un cuñado.

Álvaro: No sé… los cuñados son…

Rosa: ¿Cómo son?

Álvaro: Puf, los cuñados los carga el diablo.

Rosa: Bueno, seguro que le daba picante a la celebración.

Adela: Así tendríamos algo de qué hablar…

Ramón: Seguro que no nos aburríamos y, si se pone pesado, lo echamos y santas pascuas.


Representado en La Malhablada de Salamanca durante el mes de mayo de 2016 por los chicos de Hypókrita Teatro dirigidos por Maribel Iglesias.

sábado, 8 de abril de 2017

La niña de la curva. Microteatro terrorífico



A ver, cualquiera de ustedes que tenga coche y que viaje por carreteras secundarias por la noche, sobre todo sin son de estas noches malas con lluvia y viento, y si van en solitario, pues es fácil que me encuentre haciendo autostop, así, tal cual estoy ahora, con mi vestidito y estos pelos al viento, si usted es buena persona lo normal es que pare. Y yo me subo en el asiento del acompañante… tengo muy estudiada la entrada, así moviendo la melena para un lado y para el otro. 
Después comenzamos a hablar que si qué haces aquí a estas horas, que si qué te ha pasado, que si a dónde vas… Bueno, ya saben cómo son los hombres ¡que a alguno le he tenido que parar los pies! ¡Y las manos! Que ni a la chica de la curva respetan, por Dios… Que si tengo Facebook me dice uno el viernes pasado, pero vamos a ver ¿tengo cara yo de tener Facebook?'

Representada en octubre de 2015 y en enero de 2017 en sala de La Malhablada en Salamanca por Maite Iglesias.

jueves, 6 de abril de 2017

Más comentarios sobre Las Vegas

Lo que el teatro nos da

Crónica de las jornadas por el Día Mundial del Teatro conmemorado por la asociación Taetro

Crónica de Miguel Ángel Bolaños en mirachiclana.com

“Mínimos de máxima calidad”…
“Lo bueno si breve…”…
“Las esencias vienen en frascos pequeños”…
“Menos es más”…



Creo que ya hemos acudido a todos los tópicos habidos y por haber en referencia a la magnitud de las obras que se representan cada año en el Certamen de Mínimos que organiza la asociación cultural Taetro. Hemos leído estos titulares en años anteriores cada vez que estos locos del teatro estrenaban las piezas cortas seleccionadas en este concurso, pionero en el país en cuanto a este género se refiere. Pero este año podríamos repetir titulares porque Taetro ha ido un pasito más adelante. Si hace ya tres años empezaron a cambiar las formas en esta presentación de obras, primando el dinamismo, buscando dar coherencia a los distintos títulos, este año han llegado a altas cotas de perfección dotando al conjunto de un nexo de unión, mitad poético, mitad conceptual con el que íbamos de una obra a otra mientras en el escenario a media luz, los actores cambiaban la escasa escenografía de un montaje por otro.


Bien lo agradeció el público asistente al Teatro Moderno (más de 200 espectadores, una cifra espectacular teniendo en cuenta el escaso público que está llevando este año este espacio cultural a sus butacas), que premió con sonoras salvas de aplausos lo dinámico del planteamiento escénico y la variedad temática del quinteto de obras que se estrenaron, pertenecientes al XVII Certamen Rafael Guerrero.


Y lo cierto es que hubo tiempo de todo. Por ejemplo, de acudir al desplome de una mujer cansada de todo, zaherida por su destino, sin posibilidades de guardar en la bolsa que acarrea, su futuro junto a su ropa sudorosa y ensangrentada por los combates de la vida. La historia de esa boxeadora golpeada por su propia sinrazón se llama Las Vegas nació del ingenio del salmantino Alberto Palacios y fue trasladada a la escena de forma magistral por Gari León (ausente durante varios años de este certamen). Escenografía efectista y tenebrista (en el sentido caravaggiano del término) para envolver unas rotundas interpretaciones de Almudena Ruiz y Pepe Raya. Chapeau por este último por que a pesar de su escasa experiencia como actor, cuajó un gran papel en un personaje que se movía a medias entre la humanidad y el miedo.


jueves, 30 de marzo de 2017

Las Vegas se estrenó en el Teatro Moderno de Chiclana

“TAETRO” representó con brillantez los cinco mínimos de este año - Noticias de Chiclana, desde 1990 - Puente Chico

El Teatro Moderno, que registró una gran entrada, premió con aplausos el espectáculo ofrecido.-

TAETRO escenificó el pasado viernes en el Teatro Moderno cinco de las obras que fueron premiadas en el XVII Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero, con gran éxito de público, que despidió al elenco que actuó con fuertes aplausos.




TAETRO escenificó el pasado viernes en el Teatro Moderno cinco de las obras que fueron premiadas en el XVII Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero, con gran éxito de público, que despidió al elenco que actuó con fuertes aplausos.

La primera de las obras representadas fue Las Vegas, de Alberto Palacios, con la dirección de Gari León, e interpretada por Almudena Ruiz (una boxeadora en el ocaso de su trayectoria deportiva) y Pepe Raya (el mánager, cuidador, preparador y enamorado de la deportista). Cruda realidad de una boxeadora que ejerce esa profesión como escape y liberación por el maltrato a que su marido la tiene sometida. Un convincente Raya (Chino) aguantó estoicamente los improperios y golpes de su pupila. Brillante la escenografía.



sábado, 25 de marzo de 2017

Un buen final para Falstaff (Fragmento)

LA REDONDA TE CUENTA



Ha sido amigo de príncipes y un mal recuerdo de reyes, consejero y bufón, amante de las carnes blancas y los licores rojos, bromista, ingenioso, cobarde cuando había que serlo… mejor decir aquí corrió que aquí murió.

Representado en Vioño de Piélagos (Cantabria).

Finalista en el I Certamen de microrrelatos. Los personajes shakesperianos



viernes, 17 de marzo de 2017

Cómo mola que os guste

Nuevos barrios (A. Palacios)
Muchas gracias al jurado del concurso de Zenda y a todos los que os habéis tomado la molestia de leer ´La asistenta' y comentarlo aquí o en facebook (no uso y no os puedo responder).
Un abrazo para todos.

Alberto






viernes, 3 de marzo de 2017

La asistenta

     
Yo tenía una asistenta, se llamaba Luisa, era un poco gordita, usaba gafas y tenía marido o hijos, no sé. Estuvo trabajando en mi casa más de seis años, y yo, que siempre he estado por la igualdad entre géneros y entre clases le pagaba lo que me pedía, le regalé alguno de mis libros y le daba un extra por Navidad.
Ya no trabaja para mí. No, no es porque hiciera mal su trabajo, si acaso demasiado bien, a veces me reñía si dejaba tirada mi ropa interior o si olvidaba alguna botella encima del mueble del salón provocando esos cercos pegajosos que tanto me recuerdan mi niñez.
Lo cierto es que me robaba. No, dinero no, siempre recogía hasta el último céntimo que rodaba debajo de mi cama y encontraba billetes doblados en mis pantalones antes de echarlos a la lavadora. Robaba mis papeles, mis escritos, las cosas que desechaba y que ella iba recogiendo y guardando sin yo saberlo. 


Una madrugada en la que me puse a buscar sinónimos por Internet, encontré un cuento mío, (un cuento que alguna vez fue mío) publicado en una web de jóvenes talentos, premiado con un viaje a Escocia y un lote de productos para el acné. Luisa no tenía acné, pero sí mucha cara, le pregunté qué significaba aquello, se encogió de hombros y me dijo que tenía muchos más cuentos publicados, que había ido recogiendo todo lo que yo no quería y que lo había ido mandando a concursos con distintos nombres, y que estaba a punto de publicar un libro de relatos −mis relatos− en una editorial de campanillas. No supe qué decirle, traté de indignarme pero no me salía, no sabía si en realidad aquello era justo (yo siempre le había dicho que mi casa era su casa) o si no era más que una ladrona que me había quitado algo que era mío.
Me mordí la lengua, me reafirmé en que soy un defensor de la igualdad y lo dejé pasar, hasta que apareció su libro con mis cuentos... y claro tuvo el éxito que imaginaba, empezaron a entrevistarla, su cara gorda salió en varios suplementos literarios, la llamaron de un par de programas de radio, apareció en la tele, a una hora en que nadie ve la tele, como debe ser con los escritores que escriben. Pero Luisa no escribía, era yo el que lo hacía y no cabía en mí de rabia, y de envidia. 


A pesar de su éxito Luisa seguía yendo a mi casa, a limpiar y a recolectar los escritos que yo seguía dejando por aquí y por allá, tirados, descuidados. Y empecé a obsesionarme con todo aquello y comencé a prepararle trampas, a dejarle cuentos mal construidos con personajes mal perfilados e historias mal hilvanadas que ella iba recolectando como el que va a los viñedos después de la cosecha, a recoger lo que no han querido los demás. Y su vino volvió a tener éxito, los periódicos hablaban de su madurez, de su solera, de su consagración, se felicitaban de que Luisa "que en su humildad sigue trabajando como asistenta de hogar" no había sido reina por un día. Y yo cada vez más rabioso, menos divertido, y con una ofuscación que me llevaba a escribir peor y a publicar menos y con peores críticas.
Hasta que le preparé la última trampa antes de despedirla, me dispuse a copiar páginas de otros escritores, de Bolaño, de Borges, de Benedetti, y a dejarlas tiradas como si fueran borradores míos. Ella se los llevó y con esos retales confeccionó un traje que vio la luz seis meses después. El plagio fue un éxito, vendió miles de ejemplares y un conocido director de cine compró los derechos para hacer una película. Nadie se dio cuenta del fraude y, por lo que a mí se refiere, no tenía humor ni vergüenza para denunciarlo.
Yo, que cada vez vivía peor y escribía menos, ya solo lo hacía pensando en ella y le preparé el último regalo, la caja que al abrirla le estallaría en la cara: mis propios libros llenos de mis lugares comunes y con palíndromos que dejaran mensajes claros sobre mi autoría. Los recogió, los rehízo, los publicó, un crítico en una revista alabó el homenaje que aquella mujer me había hecho, me invitaron a un cóctel y agradecí públicamente su detalle y su humildad ya que, a pesar de su éxito, seguía planchándome las camisas, la pena, dije, es que ya no tenía dinero para pagarla, ya no escribía, estaba en la ruina, y me veía en la necesidad de despedirla. La despedí allí, delante de todos y todos lloramos. Y ella, magnánima, se ofreció a darme trabajo en su chalé como mayordomo.


Ahora que soy empleado de hogar y trabajo para Luisa −que ya no está tan gordita− no acaba de convencerme eso de la igualdad que, la verdad, no encuentro por ninguna parte. Ella escribe por las noches y yo limpio por las mañanas tratando de no hacer ruido, a veces, en su papelera o encima de las mesa encuentro manuscritos rotos o tachados, de sus cuentos, de sus novelas, que recojo y recompongo a escondidas. El mes pasado envié uno a una página web de nuevos autores y me lo premiaron con un viaje a Escocia. No me gusta demasiado como escribe, pero sus personajes son creíbles y sus historias lo suficientemente inverosímiles.
Si sigo aplicándome en la labor de recogida y cribado puede que pronto tenga un libro de cuentos del que, al parecer, los responsables de una editorial de campanillas están interesados para su colección de nuevos autores.

miércoles, 1 de febrero de 2017

El (sucio) escenario del crimen

Durante todo el mes de febrero, de jueves a domingo se representó en la sala La Malhablada de Salamanca El (sucio) escenario del crimen, obra de microteatro en el que le damos una vuelta de tuerca más al misterio del cuarto cerrado y el concepto de limpieza adquiere otra dimensión (la cuarta tal vez).
Ahora que la novela negra está de moda El (sucio) escenario del crimen pretende subirse al carro de lo criminal con el sano propósito de ganar mucha pasta, por desgracia hemos comprobado que donde pretendíamos hacer algo terrorífico nos hemos quedado en algo gracioso o absurdo, y eso, claro, apenas da dinero.


La acción tiene lugar cuando todo ha pasado, un asesinato en una habitación de un hotel, unos investigadores sin puñetera idea y una investigadora con más datos y más conocimiento del ser humano que nadie: la señora de la limpieza, encargada de poner orden en todo ese caos de vísceras, de sangre y de mentiras. El resultado... una sorpresa de las de caerte de espaldas, aunque algunos dirán que esperaban justicia y nosotros solo les damos un coscorrón.
Maite Iglesias consigue lo que no consiguieron ninguna de las grandes actrices clásicas, coger una fregona y tener a raya al público y al asesino, sea este quien quiera que sea.
El cartel, es obra de Pelayo Martínez Beiro y sin duda es un privilegio contar con él, estamos seguros de que con esa imagen nadie podrá dejar de acercarse a ver qué ocurre en esa sala, en esa habitación donde un hombre acaba de ser asesinado y todo ha quedado sucio y hecho un asco. 
Es hora de empezar a limpiar. Pasen y vean.