lunes, 7 de diciembre de 2020

Reescribir Madrid

Volvió Galdós a Madrid, vio a mendigos dormir en las calles, encontró mil historias enredadas en las galerías del tren subterráneo, y se estremeció cuando vio huir de la policía a un grupo de africanos.


Volvió Galdós a Madrid, vio desahucios, y sirenas, y manifestaciones, y pintadas en los muros, y banderas de muchos colores. Vio tiendas enormes y restaurantes caros, y viajeros de todas las razas cargados de bolsas, y automóviles imposibles rodando por sus calles.


En una librería del centro vio su fotografía y la leyenda “Galdós es Madrid” y pensó que, de nuevo, tenía todo por escribir












Seleccionado en el XII Concurso de Microrrelatos Año Galdós


Bibliotecas Públicas Municipales de Madrid




El fantasma de la libertad

Benito inventó a Fortunata para poder soñar con ella, le creó un rostro gracioso, cabello moreno y un cuerpo de escándalo. Para hacerla más humana la situó en una corrala y le dio una vida miserable.

Cuando acabó de imaginarla fue a la corrala, preguntó por ella y la encontró, a medio camino de algún episodio, en las escaleras de madera. Llevaba un pañuelo en la cabeza y un mantón sobre los hombros. 

Galdós quedó impresionado por su obra, no supo qué decirle y, en un ataque de torpeza, le pidió matrimonio. Por suerte, Fortunata era una mujer sin ataduras.