Por las noches las personas de cartón viajamos, como el soldadito de plomo, en veloces barcos de papel cuadriculado, por las tardes recortamos fotos satinadas de las revistas y coleccionamos aviones de cartulina, y a veces –pocas veces– quedamos con amantes de papel maché.
Es verano, el pequeño Marco Fabio sonríe, tiene todo el tiempo por delante y su estatua, que aún no se ha tallado, sonríe también al jovencito calagurritano del siglo XXI. El tiempo gira con sus propias leyes en el corazón de la vieja ciudad romana.