jueves, 15 de noviembre de 2018

Pastas Gallo

La poesía social española contemporánea tiene demasiado adjetivos. (social, española, contemporánea). Debe ser por eso que no interesa a nadie, o porque la poesía (como la filosofía) es para cuando no hay hambre, y más de uno pasa hambre, aunque no le falte en su cazuela los macarrones donados por Pastas Gallo.


La poesía española debería asomarse más a las bolsas caducadas de Pastas Gallo y menos a las ruinas de Itálica, más a los portales con aroma a coliflor y menos a los perfumes eternos de las derrotas históricas.


A veces basta con un verso como el de la fotografía y toda la poesía se viene abajo. 


Y los poetas, los que saben rimar y aparecen en la revistas literarias y los que no tenemos ni puta idea de lo que es una revista literaria, nos vemos como unos peleles, como unos mediahostia que no mueven un dedo ni aunque vean que esa mujer de la foto se cae con todo su pasado, presente y futuro en el cubo de la basura.


A la poesía le gusta hablar de futuro.


A los poetas les gusta hablar de pasado.


A mí me gusta hablar de los cubos de la basura.


A menudo no coinciden (no coincidimos) porque en el presente están otros poetas, los de la calle, y en la calle solo hay contenedores y huelen como huelen los contenedores que, creo, es el verdadero olor de la poesía.


Viva la basura. (Que rima con locura, con cura y con usura).


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